Sabiduria Feminista
Julieta kirkwood es sin duda, pionera en la elaboración teórica feminista en Chile y una de las responsables de la visibilización y reconocimiento de la sabiduría feminista latinoamericana. Esta licenciada en sociología y ciencias políticas (Universidad de Chile 1969), no solo produjo sus conocimientos y formuló sus propuestas en instancias académicas sino que las supo articular desde una activa participación política y social.
Junto a otras mujeres refundó en Chile el movimiento feminista, en plena dictadura militar, creando una gran red en torno al lema “democracia en el país y en la casa”. Desde allí, junto con luchar contra la dictadura y la forma en que ésta reforzó el sistema patriarcal cuestionó la subordinación del feminismo al interior de los partidos políticos y otros movimientos sociales.
A través del feminismo Julieta lo interrogó todo: los viejos paradigmas de género legitimados por las ideologías políticas y religiosas, el poder de los partidos políticos para poner en crisis militancia y deber ser ideológico, los rígidos roles de género y las contradicciones entre conductas públicas y privadas. De alguna forma el estado de crisis social que vivía Chile en aquella época le permitió poner en entredicho todas las verdades y todas las certezas.
Entre los principales aportes de Julieta a la teoría feminista se encuentra su reflexión sobre los “lugares de enunciación de los saberes feministas” y lo que llamó “los nudos de la sabiduría feminista”.
La producción de los saberes feministas, en particular en Latinoamérica, no se hicieron desde la academia nacieron de la experiencia cotidiana de visibilizar un sujeto que no lo era, frente a las propias mujeres y frente a la sociedad. Para Julieta la producción de saberes del feminismo se hizo al nombrar lo que hasta ese momento no tenía nombre, produciendo discursos propios, evidenciando la distancia entre teoría y práctica. Así, al nombrar lo privado en clave política era posible convertir lo personal en un proyecto colectivo: (...) idéntico giro en el lenguaje: los temas de pasillo se tornan temáticas de asamblea; lo privado, la mujer misma, se hace punta de tabla y del debate social. Se realiza una nueva mezcla de política y vida cotidiana. Se ha producido una desclasificación de los códigos, una inversión de los términos de lo importante. La participación se ha hecho acto, social, real y concreto(…)(Kirkwood 1987)
En el feminismo los tiempos de acción son más veloces que los tiempos de reflexión, haciendo que practica y teoría no siempre avance al compás de su propia historia, a esta incongruencia Julieta le llamó los nudos de la sabiduría feminista. El saber feminista se nutre y se perfilan desde dudas, frustraciones, dificultades que dejan a su vez prácticas que son procesos de afirmación de estos saberes. La reflexión de los nudos surge de las tensiones y dinámicas contradictorias del movimiento feminista y ofrece al mismo tiempo una metodología de análisis y de producción de conocimiento: (...)los nudos se pueden deshacer siguiendo la inversa trayectoria, cuidadosamente,...con el hilo que hay detrás, para detectar su tamaño y su sentido; o bien se pueden cortar con presas de cuchillos o espadas para ganarse de inmediato el imperio de las cosas en disputa. De allí surge, creo, la primera brutal divergencia entre conocimiento y poder(…)(Kirkwood 1986) (…)El feminismo es tanto el desarrollo de su teoría como su práctica, y deben interrelacionarse. Es imposible concebir un cuerpo de conocimientos que sea estrictamente no práctico (…)
En su obra Julieta propuso: una aproximación a la construcción de la actoría social de las mujeres, un ordenamiento del movimiento feminista y una problematización las relaciones de lo femenino con el poder y el saber. Su pensamiento sé vio expresado en distintas publicaciones de la época pero se puede encontrar compilada principalmente en 2 publicaciones:
Tejiendo rebeldías: escritos feministas de Julieta Kirkwood hilvanados por Patricia Crispi (1987): Recopilación de diversos textos a través de los cuales se puede reconstruir la historia de los procesos y vivencias de las nacientes organizaciones de mujeres en Chile, del feminismo y la política. En ellos reflexiona sobre el feminismo como práctica y teoría; situando como elementos conceptuales el género y la clase social, la conducta, el saber y el poder. Este último en el contexto del modelo patriarcal y sus manifestaciones en la vida pública y privada: el poder de la acción, poder político, el poder del saber.
Ser política en Chile: Las feministas y los partidos (1986) (fue reeditado en 1990 por la editorial cuarto propio con el nombre Ser política en Chile: los nudos de la sabiduría feminista). Conjunto de ensayos en los que analiza al movimiento feminista durante los últimos 50 años, entre sus propósitos está: recuperar y develar la historia invisible de las mujeres y desarrollar una elaboración teórica de los contenidos y demandas que surgen de las organizaciones teniendo en cuenta los postulados universales de igualdad y las vivencias concretas de opresión que experimentan las mujeres.
En la sabiduría de Julieta se encuentra plasmada una unidad integradora de lo académico y lo político; por un lado, la acción intelectual, su saber y reflexión crítica, por otro la acción y la necesidad de transformador la cultura política y el Chile que le tocaba vivir. Para ella el saber era práctica (creación de pensar, producción), y el hacer era la proyección situacional de ese saber. Su proyecto desde la mujer y lo popular estaba centrado en la tarea de recomponer el tejido social desmembrado durante la dictadura. Por ello se declaró a sí misma socialista/feminista y feminista/socialista, dependiendo del espacio y del énfasis, pues su búsqueda era de movimientos amplios, heterogéneos, con un horizonte abierto que permitiera una doble resistencia: al patriarcado y a la dictadura militar.
Julieta era una militante y una líder política, desde ese posicionamiento reflexionó, desató nudos y tejió rebeldías. Cuando era casi imposible hizo teoría feminista, construyó un lenguaje particular y descubrió una forma singular de aproximarse a los problemas sociales. Fue una de las artífices del pensamiento feminista latinoamericano, su influencia se mantiene hasta el día de hoy y sus reflexiones cobran cada vez más vigencia. Murió el 8 de Abril de 1985
BIBLIOGRAFIA
CASTILLO ALEJANDRA Feminismo, historia y memoria: releyendo a Julieta Kirkwood desde una perspectiva autográfica.Infraganti Nº 5. Centro de investigaciones sociales Universidad Arcis. Santiago de Chile 2000
CRISPI PATRICIA, Tejiendo rebeldías: escritos feministas de Julieta Kirkwood hilvanados por Patricia Crispi. CEM-LA MORADA Santiago de Chile 1987
KIRKWOOD JULIETA, Chile: la mujer en la formulación política. Documento de trabajo Nº 109 Programa FLACSO Santiago de Chile 1981
KIRKWOOD JULIETA, Feministas y Políticas. Nueva sociedad Nº 78 Caracas Venezuela 1985
KIRKWOOD JULIETA, Los nudos de la sabiduría feminista (después del II encuentro feminista latinoamericano y del caribe, Lima 1983) Material de discusión Nº 64 programa FLACSO Santiago de Chile 1984
KIRKWOOD JULIETA, Ser política en Chile: Las feministas y los partidos FLACSO Santiago de Chile 1986
KIRKWOOD JULIETA, Ser política en Chile: los nudos de la sabiduría feminista Cuarto propio Santiago de Chile 1990
OYARZUN KEMI Articulos varios, en Revista Rocinante 57. Santiago de Chile 2002
VARGAS VIRGINIA Itinerario de los otros saberes en Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Daniel Mato (coord.) CLACSO Caracas Venezuela 2002.
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Nacida de la ira
Alicia Salomone y Gilda Luongo
Revista Signos
El tiempo de Kirkwood, los ochenta en Chile, impulsaron el cultivo de su rebeldía feminista. Como nunca se sintió al "patriarca ridículo" tan próximo, tan absurdo en su autoritarismo y en su arbitrariedad amiga de la muerte. En ese territorio minado surgió la necesidad de preguntarse cómo llegamos a estar allí de ese modo en medio de la opresión. Y en las respuestas tentativas, desde las mujeres, aparece una claridad que estaba dormida. En el intento político por resistir, por transformar esta sociedad hecha de prótesis, estratificada en clases, erigida desde una democracia tan frágil, incapaz de sostener un proyecto transformador, algo se comienza a develar como extraño, como sonando en otro tono. Incómodas, las mujeres comienzan a preguntarse, nuevamente después de un largo silencio, etapa que Kirkwood llamará también de la liberación global, por el devenir sujetos de este hacer política (Kirkwood, 1987: 179–188).
¿Dónde deseábamos estar las mujeres de izquierda durante la dictadura?, ¿dónde estuvimos antes? Kirkwood junto con otras mujeres rediscutirán los contenidos del proyecto de liberación global, y expresarán la especificidad de la opresión de este colectivo, desafiarán los posicionamientos habituales en el hacer política.
El planteamiento "no hay democracia sin feminismo" obligará a repensar la democracia, abrirá este concepto y lo situará mirando hacia vertientes políticas antes no consideradas: devenir de subjetividades, producción afectivo–sexual, el cotidiano de lo doméstico en su violencia y sumisión, así como también se atreverá a postular las oblicuidades de conceptos tales como libertad, igualdad, solidaridad.
Demandarán ser sujetos que puedan decidir, ser escuchadas en cuanto tales: mujeres de palabra, con derechos y deseos, retratos de cuerpo entero. La especificidad genérico–sexual rondará los intentos y las nuevas búsquedas. La incansable feminista se ubica– rá en la diferencia e intentará lenguajes para decirla, indagará incansable por el modo en que esta diferencia tensiona el proyecto político antidictadura más global. Pero se convence siempre, por lo vital que resulta esta singularidad, esta resonancia feminista y aunque cuesta llamarla de este modo y a boca llena en un principio, será inevitable su pronunciación. Kirkwood junto al colectivo feminista se abre paso y crece en esos años cubiertos por los miedos. Esta mujer intelectual y política se entrega seducida por la fuerza resistente desplegada en mujeres, por la potencia para la acción, ante la reflexión posible, sensible e inteligente y ante esos tonos corporales diversos e intensos. El cuerpo de las mujeres, silenciado en los inicios del feminismo latinoamericano de comienzos de siglo, ahora estalla sin censura y forma parte de la amplitud de registros sensuales y sensoriales del conocimiento cultivado por una diversidad de mujeres. Dice: "Y supe de la enorme e inacabada virtualidad del afecto, del goce y el placer multiplicado y afirmado: de la vitalidad lúdica e irreversible [...]" (Kirkwood, 1987: 236).
Pienso, influenciada por las feministas italianas de la diferencia, que esta intelectual da lugar al cuerpo salvaje, como lo nombra Muraro (1995), ese que permite la decibilidad que viola el mandato de la moderación del habla porque está conectado con (in)cierto lugar en la experiencia materna (Muraro, 1995: 185– 202). Julieta Kirkwood canaliza el impulso de la escritura de mujeres. Dos textos en los que participa como gestora junto a otras mujeres, circulan en ese contexto vigilado y castigado de inicios de los ochenta. Uno se levanta en formato Revista de y el otro en formato de Boletín. Circulan para abrir espacios de lectura, de expresión de los colectivos de mujeres, de conspiración y de resistencias.
En la Revista Furia, Kirkwood escribe la mayoría de sus editoriales además de artículos en colaboración que van a funcionar como provocación y estimulación para la continuidad del movimiento de mujeres.
El segundo texto que surge de esta aventura es el Boletín del Círculo de Estudios de la Mujer . Esta es una publicación que surge de la organización que lleva el mismo nombre. Así como a comienzos de siglo la feminista Amanda Labarca había organizado el Círculo de Lectura , en los ochenta se replica el gesto nombrando el lugar que favorece la creación de espacios colectivos de conocimiento y de acción como "Círculo".
En el Círculo de los ochenta Kirkwood hará su aporte diseñando e implementando un Programa Docente que intentó explorar en teorías que proporcionaban un sustento al movimiento y que formaba a las mujeres para la continuidad de la tarea feminista. En esta vertiente educativa, la feminista busca innovar en tanto le interesa que la teoría y los enfoques científicos se abran para dar cabida a aquellas formas de conocimiento que han quedado fuera de las indagaciones instaladas por el mundo intelectual masculino. Le interesa modificar el estilo autoritario de la enseñanza tradicional así como también le interesa develar la inexistencia de neutralidad en la enseñanza y en el conocimiento. Por otra parte, pretende que la experiencia de las mujeres y sus formas de aproximación a este conocimiento se legitimen. Le interesa por lo mismo seguir el rastro y construir la otra historia. Investiga la historia no contada y la enfrenta a la contada por varones. Sistematiza, organiza y periodiza. Intenta esclarecer y sigue indagando. Se aboca a la tarea genealógica. Encuentra en los retazos, fragmentos, en apariciones y desapariciones elementos que confirman la existencia de la rebeldía de las mujeres y su participación en el mundo cultural, pero junto con esto pone preguntas para orientar el trabajo reflexivo de ese momento. En un intento de asegurar esta labor hacia adelante también se pregunta por el futuro. Reiteradamente expresa su deseo de saber qué sucederá más adelante con los movimientos, sobre todo cuando los tiempos de urgencias hayan pasado, cuando la dictadura haya caído. En estas indagaciones leo una porfiada incerteza más que la certidumbre sólida y la firmeza del movimiento. Cercana y de algún modo heredera del imaginario de las brujas que fueron quemadas, pretende cierta visión que le anticipa un retroceso posible. Tiene la sospecha de que nuevamente las mujeres volverán a los partidos.
Kirkwood se asombraría hoy por lo que nos ha ocurrido, por aquello en lo que nos hemos convertido durante el tránsito viscoso del retorno a la democracia. Quisiera hoy el tono vital de Kirkwood que indagaba apasionada en la teoría para dar sustento al feminismo. Sus lecturas portadoras de aproximaciones inteligentes acerca de autoras y autores, en ese entonces novedosos, y que hoy encontramos en abundancia en la mayoría de los ‘centros de género’ instalados en las universidades, estaban llenas de pasión y compromiso para construir una sabiduría feminista.
Leía a Simone de Beauvoir, Monique Wittig, Juliete Mitchel, Anne Oakley, Sheila Rowbotham, Albert Camus, Michele Foucault, Merlau Ponty, entre otros/ as (Kirkwood, 1990). Incorporó en sus elaboraciones teóricas feministas, por primera vez en la cultura intelectual chilena, el concepto de género y reflexionó esperanzada respecto de su potencial para la tarea feminista. El género como herramienta teórica está preñada de sentidos políticos. Puede ser un arma teórica potente para la transformación, para el develamiento de los resortes eternamente repetidos como tics en nuestra cultura, sin embargo también es más fácil y cómodo aplicarle higiene y dejarlo instalado en la neutralidad que posibilite venderlo cómoda y progresistamente en el mercado para ganancia y acomodo de sujetos rendidos/as. Por el contrario, la autora toma las elaboraciones de Foucault sobre el poder/ saber y las integra como parte de los nudos feministas. Al hacer esta operación reafirma la convicción intelectual y política de que la teoría puede y debe necesariamente alimentar las prácticas del movimiento. Estos nudos constituyen un eje central en el pensamiento de Kirkwood y demuestra su osadía intelectual para abordar los conflictos, las trampas ciegas y su esfuerzo por trabajar en ellos o desde ellos de un modo diferente al habitual. Así nombra esta labor: "desarrollo ni suave ni armónico, pero envolvente de una intromisión o un curso indebido –no lo llamaré escollo – que obliga a la totalidad a una nueva geometría; a un despliegue de las vueltas en dirección distinta, mudable, cambiable, pero esencialmente dinámica...los nudos son parte de un movimiento vivo" (Kirkwood, 1987; 1990).
Cuando descubre el rendimiento que las nociones y enfoques teóricos dan al feminismo, encuentra que este constituye su mejor aporte, es la mejor contribución que puede haber hecho para que la práctica política del feminismo logre ser posible. Los nudos de la sabiduría feminista posibilitan el develamiento de las complejidades, tensiones y contradicciones que cruzan a las organizaciones de mujeres, que buscan potenciar el devenir sujetos de una nueva manera en la cultura y en la sociedad (Crispi, 1987; Malverde, 1994).
Con Julieta Kirkwood podemos intentar iluminar hoy parte de los anhelos por volver a conformar movimiento político desde el feminismo.
Tal vez ese intento se sustente de manera generosa en las herramientas de análisis de prácticas y de teorías que su lectura brinda. Sin embargo, creo que también es imprescindible tomar a manos llenas el tono vital que se apropia para sí: la ira, porque por ello escribe, revisa papeles, gestiona revistas, diseña cursos, a la vez que actúa inventando colectivos posibles construidos por sujetos mujeres cada vez más deseantes de placer y de saber.
Ese brindis generoso de vida iracunda tal vez es el sorbo que necesitamos las mujeres en este Chile de hoy tan acomodado en el beneplácito y tan miedoso de estridencias más radicales.
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Julieta Kirkwood (1937-1985). Socióloga y teórica feminista, fue una de las figuras más influyentes en la génesis y desarrollo del moderno feminismo chileno. Trabajó por la recuperación de la historia de las mujeres e investigó sobre la participación femenina en la política. Sus aportes a la teoría feminista, influyeron a las feministas de otros países de América Latina. Durante la dictadura militar, participó en acciones de protesta y se involucró con organizaciones de derechos humanos. En 1979, es parte del grupo fundador del Círculo de Estudios de la Mujer que, posteriormente, dará paso a la creación de la Casa de la Mujer La Morada, donde Julieta tuvo un rol de liderazgo, proponiendo la formación del Movimiento Feminista chileno, bajo el lema “Democracia en el país y en la casa”.